Uno de los juegos más virales y con más aceptación en el entorno de los dispositivos móviles es el Clash Royale. Este es un juego de estrategia, similar al ajedrez, donde dos contrincantes intercambian una serie de cartas con diferentes propiedades de movimiento, fuerza, resistencia, etc. para completar una misión concreta. En el ajedrez las fichas son siempre las mismas, pero una de las características fundamentales del Clash Royale en realidad virtual es la posibilidad de que cada jugador cree su baraja de cartas, seleccionando 8 cartas de una baraja de unas 65 cartas. Cada carta tiene un coste determinado y el juego va liberando crédito de forma continua para que el jugador pueda poner cartas en el tablero.
Jugador novato de Clash Royale
El jugador novato de Clash Royale intenta crear su baraja con las cartas más potentes y costosas, ya que piensa que darán los mejores resultados. Sin embargo, poco a poco el jugador va comprobando que las cartas “caras” no le permiten reaccionar ágilmente a los ataques del enemigo ni son las más eficientes en los ataques. Un jugador experimentado aprende a lanzar “combos” de cartas con diferentes propiedades, como una bruja y un gigante, ya que combinando habilidades se obtienen mejores resultados. También aprende que tener cartas de bajo coste, permite responder rápidamente a los ataques inesperados, por lo que es necesario un equilibrio entre habilidades, costes, fuerzas, velocidades, etc.
En la gestión de equipos, muchas veces vivimos experiencias similares, pensamos que, para construir el mejor equipo y conseguir los resultados esperados, debemos rodearnos de los recursos más potentes y experimentados, cuando realmente, deberíamos formar un equipo equilibrado y diverso, complementando habilidades, experiencias, ilusiones, empuje, etc. y porque no decirlo, costes.
Los equipos son tan grandes como las personas que colocamos en él. Crear un gran equipo no es tan solo el resultado de elegir adecuadamente de quiénes nos rodeamos, sino también de quiénes descartamos, siendo esta parte la más complicada para un gestor, y es donde más hábiles, firmes, honestos y exigentes hay que ser.
Un buen gestor debe revisar periódicamente a quiénes está entregando su tiempo y analizar si estas personas le ayudan o entorpecen a la hora de conseguir sus objetivos. Como en Clash Royale, debemos ir cambiando nuestra baraja para adaptarla a los objetivos que se nos plantean, creando equipos donde impere la diversidad y pluralidad, buscando “combos” de recursos que se complementen entre si y que sumen sus habilidades.
Si el libro de Sun Tzu, “El arte de la guerra”, ha servido de inspiración a muchos gestores y libros de management, ¿por qué no utilizar la gamificación y las enseñanzas de un juego como Clash Royale para la gestión de equipos?