Hasta hace unos años, la arquitectura tecnológica de una compañía quedaba limitada a la contratación de recursos fijos tales como servidores, conmutadores o cabinas de almacenamiento. Sin embargo, hoy en día existen grandes diferencias que han permitido a las empresas, al igual que un consumidor final, diseñar su arquitectura ajustada a la necesidad real.
Si remontamos un par de décadas en el tiempo, los escasos modelos de pago por uso existentes eran los relacionados con vehículos y pisos vacacionales (en forma de alquiler) o modelos de consumo de películas a través de videoclubs.
Resulta interesante visualizar cómo con el paso del tiempo este modelo se ha extendido cada vez más y ha modificado progresivamente nuestros hábitos de consumo. Servicios o productos que habíamos concebido únicamente a través de una compra, son consumidos ahora a través de la creciente oferta de pago por uso ajustado al tiempo que necesitemos.
Del alquiler de vehículos, se ha evolucionado a un modelo de pago por uso a través de las conocidas empresas de car sharing, que facturan en base a una tarifa determinada y únicamente por el trayecto realizado con el vehículo. En el caso de los videoclubs, la aparición progresiva de las plataformas de streaming ha provocado la desaparición este tipo de negocios. En conclusión, hoy en día tenemos al alcance de nuestra mano una infinidad de plataformas donde con una única suscripción podemos acceder a infinidad de contenido, desde música, películas, libros o videojuegos, entre otros.
Este cambio en la forma de consumo ha afectado a todos los sectores imaginables y por ello las tecnologías de la información no iban ser ajenas a ello. Si nos ubicamos en ese periodo de tiempo de décadas atrás, a la hora de estimar los costes correspondientes a un proyecto de ingeniería, se encontraba una división de costes que consistía en costes de capital, CAPEX (Capital Expenditure) y costes de operación, OPEX (Operation Expenditure), los cuales se definían de la siguiente forma:
- CAPEX, o costes de carácter fijo, como son:
- Costes de expansión: En tecnologías de la información, hacen referencia a la adquisición de nuevo hardware y coste de implementación de las soluciones.
- Costes de mantenimiento: referidos íntegramente a la gestión de los sistemas.
- Se trata de los costes que se realizan de forma continuada y que van relacionados con los sistemas y su operación diaria.
Actualidad del Serverless
En la actualidad, la estimación de costes se ha visto alterada debido a la aparición de los principales proveedores de servicios de nube pública (tales como AWS, Microsoft Azure y Google Cloud Platform), que han liderado el cambio de concepción en la facturación de un proyecto de IT. De acuerdo con su filosofía, la infraestructura de sus clientes queda aislada de la capa de hardware, de tal modo que su producto es comercializado de forma directa al cliente final. La consecuencia de ello es que la estimación de costes CAPEX tienda a desaparecer otorgando un mayor peso al OPEX.
Las nubes públicas conforman su facturación con base en la cantidad de recursos solicitados y su tipología, por lo general por periodos mensuales. Este aspecto capacita a las infraestructuras para poder dar respuesta a incrementos de demanda temporales – por ejemplo, un ecommerce que necesita recursos adicionales para dar respuesta a la demanda surgida en periodo de rebajas – con un crecimiento automático. De este modo, los clientes son capaces de asumir los costes de ello únicamente durante el periodo de tiempo que haya sido necesario, ajustando así los costes a la demanda real.
Si bien esta dinámica supuso un antes y un después en la oferta de servicios cloud, la necesidad de ofrecer servicios adaptados a los requisitos reales de los clientes y la feroz competencia entre los proveedores condujeron al siguiente paso: el Serverless.
Ofertado hoy como un complemento más de los principales proveedores de servicios cloud, el concepto Serverless tiene como seña de identidad una facturación más atómica aún, al cuantificarse el coste a partir del tiempo de ejecución de determinados procesos. Para llevar a cabo este modelo de facturación, en lo que a cómputo se refiere, únicamente es necesario incluir el código y los eventos que harán que se dispare su ejecución. De ello se da otra característica relevante: al tratarse de código, el lugar de alojamiento resulta irrelevante, dado que un mismo código puede ejecutarse en diferentes proveedores de nube, siempre que el lenguaje esté soportado en todos ellos.
Si bien Serverless está más extendido en lo que respecta a cómputo, las ventajas que proporciona han dado lugar a que se desarrollen cada vez más servicios que siguen idéntico funcionamiento. Un ejemplo de ello lo encontramos en la explotación de bases de datos, en los que la facturación ya es calculada a partir del número de transacciones efectuadas sobre la misma.
Para analizar la relevancia de las arquitecturas Serverless, en el año 2020 Datadog llevó a cabo un estudio que permitiera conocer su arraigo en el mercado. Las conclusiones de este resultaron ilustrativas, dado que se observó que más del 50% de los clientes de cloud hacían uso de las ventajas de Serverless, en especial, aquellos que hacen uso de los servicios de AWS.
https://www.datadoghq.com/state-of-serverless/
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Este estudio no es una muestra aislada del mercado. Con el fin de disponer de una visión más global, desde Verified Market Research se realizó una estimación de crecimiento en el mercado de estas arquitecturas. Este mercado se situaba a 7.29 mil millones de dólares en 2020 y se estimó que tendría una tasa de crecimiento anual compuesta del 21.71% desde 2021 hasta 2028, llegando en 2028 a la cifra de 36.84 mil millones de dólares.
Los beneficios que ocasionan a sus usuarios, tanto económicos como operativos, parecen argumentos suficientes para considerar que los modelos seguidos por el mercado irán en esta línea.
Si bien las ventajas ya mencionadas son argumentos sólidos para impulsar esta arquitectura, lo cierto es que también suponen un aliciente desde el punto de vista energético.
La actualidad social, política y climatológica están conduciendo a las empresas en los últimos años (y por qué no, especialmente en los últimos meses) a la búsqueda de mejoras en la eficiencia enérgica de sus procesos, que permitan aliviar el aumento de los costes provocados por el precio de la energía y que, al mismo tiempo, favorezcan la adopción de acciones sostenibles dirigidas a cumplir las políticas de environmental, social and governance. A este respecto, el objetivo de la Unión Europea es lograr la reducción de emisiones de al menos un 55% en 2030.
En este escenario, el plan de la UE para la transición ecológica es claro. Y en él, el uso de arquitecturas Serverless se posicionan como una palanca ideal para lograrlo.
La operativa ya mencionada implica que únicamente se ejecutan procesos disparados por eventos determinados, lo que provoca que el consumo energético se reduzca considerablemente en comparación con un servidor físico o una máquina virtual que requiere, necesariamente, mantenerse en funcionamiento las 24h del día, aun no siendo este explotado en su totalidad. En esta línea, los principales proveedores de nube pública tienen a disposición de los clientes una metodología a seguir para construir infraestructuras eficientes con el medio ambiente y disponen de visualizadores de consumo real, que proponen proactivamente cambios en las infraestructuras que supongan un menor impacto garantizando rendimiento.
Por todo ello, es lógico pensar que las infraestructuras Serverless adquirirán progresivamente un papel predominante en el sector de las tecnologías de la información, convirtiéndolo así en un sector más eficiente y concienciado con el medio ambiente.
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