Los sistemas de salud en los países ricos presentan un muy diferente compromiso entre el esfuerzo que se dedica a la atención médica y la ocupación en mecanismos de protección de la salud pública, consecuencia de los logros medico científicos y las medidas sociales que han llevado, casi, a eliminar, la preocupación por las pandemias. La actividad docente e investigadora se concentra, prioritariamente, en problemas asociados a países en vías de desarrollo entendiendo que, en los propios, las pandemias se daban por superadas.
La falta de equilibrio entre la actividad de atención médica y las medidas de salud pública se ha puesto en evidencia durante esta pandemia. El ecosistema de atención médica ha reaccionado, tomando la iniciativa y superando la avalancha de demanda de atención, firmemente apoyado desde el desarrollo industrial/científico/asistencial y resolviendo las claves de su potencial contribución: la vacuna, la organización en la atención y métodos de tratamiento y los test de diagnóstico. Los órganos de gobernanza también han tomado la iniciativa. Al disponer de muy escaso apoyo y apenas de información relevante, no han podido instrumentar actuaciones focales y han abordado, sin remedio, medidas masivas de confinamiento para limitar el desarrollo de la pandemia. Las consecuencias, amén de trágicas para la salud, han sido catastróficas para la economía al abordarse medidas radicales de restricción de la actividad antes inimaginables y que hubieran sido mucho más focales, menos destructivas y más eficaces de existir un sistema adecuado de detección, seguimiento y actuación en casos de pandemia.
Resulta preocupante la carencia de organización y capacitación para monitorizar la aparición, el avance y la progresión del contagio. Se trata de un problema estructuralque requiere una movilización radical “out of the box”. Valga como ejercicio una reflexión: si se hubiera conocido, con anterioridad, y valorado, en su medida, el impacto de esta pandemia ¿Qué se habría hecho? Sin duda la prioridad se centraría en conocer el fenómeno y predecirlo en la fase de sospecha y antes que se extienda el daño. Esto tiene un nombre que es Alerta Temprana y que constituye la esencia del esfuerzo de lucha contra las pandemias en el tercer mundo.
Los sistemas de Alerta Temprana
Los sistemas de Alerta Temprana no son nada nuevo: son actuaciones preventivas que la humanidad ha puesto en práctica desde su existencia. Pretenden evitar la sorpresa y anticipar el conocimiento de un fenómeno con anterioridad a su acontecer o repetición, así como, prepararse para la reacción. Esto ha permitido, a lo largo de la historia, ser factor decisivo para abordar amenazas: ha ayudado a sobrevivir a civilizaciones, anticipar catástrofes, conservar y proteger el medio natural, o luchar contra la delincuencia digital y, naturalmente, abordar la erradicación de las pandemias tanto en la salud humana como la veterinaria, principalmente, en los países en vías de desarrollo.
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La alarma temprana pretende evitar la sorpresa y preparar la reacción y no es una tarea exclusiva de instrucción gubernamental sino un compromiso y esfuerzo conjunto de toda la sociedad que ha de poner en sintonía todas las voluntades, y medios si no se quiere estar a merced de estos acontecimientos. Hay numerosas formas de abordarlo todas con la participación e iniciativa de muchos actores: públicos y privados. Habrá de crearse (1) un sistema de cuidado y seguimiento de la salud colectiva como práctica habitual de toda organización (pública o privada); (2) esta información, protegida, rigurosa, reglada y actualizada, implementada en un número suficiente de organizaciones, permitirá anticipar los focos de contagio y ayudará a seguir la prevención y la corrección; (3) la información generada en estas organizaciones, se consolidará y se configurarán mecanismos de interés colectivo a nivel de los siguientes escalones sociales (sectores, geografías, comunidades etc..). Lo que se desconoce se obvia y lo que no se mide no se cambia y esto se supera con un sistema de alerta debidamente gestionado desde las organizaciones regladas, públicas o privadas.
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La Alerta Temprana es, hoy, una disciplina científica/tecnológica trasversal que pivota en la captación de datos, su transformación en información y posterior análisis/presentación para generar y transmitir el conocimiento que permitirá organizar y valorar las acciones correctivas y el seguimiento. Las sociedades, en general, solo abordan estas medidas, de modo sistemático y exhaustivo, una vez han sufrido los efectos de las catástrofes (o su repetición/ciclos) y, raramente, con anterioridad. La propia dinámica de la lucha contra la contrariedad impide dar la misma importancia o aplicar el suficiente esfuerzo/foco en actuar sobre las causas que a paliar los efectos. Y esto es lo que ha ocurrido. Ahora toca instrumentar medidas y procurar que no se repita en el futuro.
En la foto destacada: Luis Rodríguez-Ovejero, presidente del Grupo SATEC